Ley Granelle II Francia – Huella de Carbono

En múltiples ocasiones hemos recibido preguntas sobre la implementación de la Huella de carbono, sus condiciones, enfoques y demás aspectos; pero sin duda la consulta recurrente está relacionada con las exigencias y oportunidades que esta acción voluntaria puede aportar a las organizaciones que la apliquen. La Ley Grenelle II en Francia es una realidad que marca una tendencia global y que tiene un efecto en los Países Sudamericanos.

Por: Ramiro Castillo.    Soporte Empresario S.A.

Del año 2011 a la fecha, Francia cuenta con una ley que enmarca y regula las emisiones de gases de efecto invernadero. El marco regulatorio presentado en la Ley Grenelle II tiene un campo de acción en el cual la huella de carbono tiene un papel preponderante, estas acciones ponen de manifiesto una tendencia a la gestión y gobernanza a favor del medio ambiente.

La ley pone de manifiesto sus objetivos más destacables en los cuales se pretende.

  • Reconocer la emergencia ecológica.
  • Que el Presidente de la República se comprometa y priorice el desarrollo sustentable.
  • Proteger el medio ambiente y garantizar una competitividad sostenible.
  • Gobernabilidad participativa y una elaboración colectiva ecológica.

Sobre estas premisas surge la Ley que contiene 257 artículos, en la cual se involucra al Estado, Colectividades locales, ONG, Empresas y trabajadores confederados en seis grupos, cambio climático, biodiversidad y recursos naturales, salud, producción y consumo sostenible, democracia ecológica, ecología, empleo y competitividad.

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Las medidas de aplicación planteadas se reúnen en 3 grandes aspectos:

  • Informar los impactos ambientales de los productos, principalmente de la huella de carbono por medio del etiquetado de éstos.
  • Apoyar los compromisos voluntarios de las empresas en materia sustentable (embalajes, distribución, construcción y desarrollos)
  • Comunicar y promocionar productos cuyos procesos sean sostenibles y equilibrados con el medio donde se producen.

Para ello el Estado Francés, ha creado un marco legislativo que asegure el logro de dichos objetivos en el largo plazo, procurando brindar el apoyo y financiación necesaria para que las organizaciones públicas y privadas puedan experimentar y ejemplificar estas acciones y por último ha generado una grupo de organizaciones especializadas (plataforma ADEME AFNOR) que procuran dar apoyo y constituirse en una guía de conocimientos sobre las prácticas ecológicas adecuadas.

Uno de los artículos más representativos de la legislación es el 228 que establece:

“… desde el 1 de julio de 2011, y previa consulta con todos los actores relevantes en la industria, se desarrollará una etapa de experimentación, por un período mínimo de un año, con el afán de informar progresivamente al consumidor… sobre el contenido de carbono equivalente de productos y su embalaje, así como del consumo de recursos naturales o del impacto sobre los medios naturales generado por estos productos durante su ciclo de vida. (…)

Es importante remarcar que se plantean las acciones por 12 meses a modo experimental, este plazo ha servido como caso testigo en más de 1600 organizaciones, que de manera interesada han procurado formar parte activa de la implementación.

 

La Ley Grenelle hoy

A 2013 si bien no presenta los avances esperados, la ley continúa en un proceso de actualización, avance e impulso. Variables como la crisis que atraviesa Europa, sumado a múltiples intereses confrontados han relentecido su generalización aplicada. Sin embargo esto no ha detenido el proceso y si bien es apresurado afirmar que su implementación sea inmediata, no hay dudas que en el corto plazo esta ley será el marco de referencia para el resto de la Unión Europea en cuanto a su a aplicación y cumplimiento.

Los Países Sudamericanos, referenciados como grandes exportadores de alimentos a la Unión Europea no pueden obviar estos avances, los mismos muestran claras tendencias comerciales y deben ser tratados y analizados a tiempo, de lo contrario pueden constituirse como barreras para la comercialización. Transportar una botella de vino desde Mendoza hasta Francia implica el movimiento de más de 11.000 kilómetros, hacerlo desde su propio País implicaría el traslado de no más de cientos de kilómetros.

 

 

 

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